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 Ficha de Circe

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Olivia*
Lilith
Olivia*


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MensajeTema: Ficha de Circe   Ficha de Circe Icon_minitimeDom Nov 23, 2008 6:46 pm

Et voilà! mi segundo personaje ^^


Nick:Olivia*
Nombre:No se sabe, pero todos la llaman Circe...
Edad :16
Clase de Magia:Ígnea, con prácticas en Helada.
Raza:Humana, aunque cree que uno de sus antepasados pueod haber sido un demonio. Sus ojos, que se vuelven rojizos si se enfada, son prueba de ello.
Lugar de Procedencia (ver "sobre Lassayr"):Nació en Ishtak, pero ha pasado gran parte de su vida viajando, primero con su familia y después por su cuenta.
Mascota*:No le gustan las mascotas, pueden estropearlo todo.
Otros objetos:Dos dagas, de las que nunca se separa, y un pequeño colgante en forma de media luna, el único recuerdo de su familia.
Aspecto (sin imagenes):No demasiado alta, de pelo marrón oscuro y grandes ojos casi negros,que cuando se enfada toman una coloración rojiza. Su pelo es bastante corto, dado que hace poco se lo cortó para parecer un chico. Complexión muy delgada, de rasgos finos. Suele vestir como un muchacho, para pasar desapercibida, y porque le resulta más cómodo: pantalones de tela, bastante basta, camisas de cuello alto de colores claros y chaquetas o chalecos, anchos y con bolsillos, donde poder esconder las dagas y todo aquel objeto que, "sin querer", vaya a parar a sus manos; y botas cómodas, de cuero en general. Piel de un vago tono tostado, dado que en general, suele estar en el exterior, y también que su padre, proveniente de Yakish, tenía la piel morena. 
Descripción psíquica: Reservada, bastante borde y cortante, rebelde y desafiante. No le gusta confiar en la gente, y suele caer bastante mal en un principio. No suele hablar mucho, pero no duda en exponer su opiión si algo le molesta.

Aptitudes (en qué sois buenos): Es muy agil y rápida, fruto de numerosas persecuciones por los tejados de ciudades; sigilosa, letal, astuta. Se le da bien robar, y regatear. 
Defectos o miedos: Ser dejada atrás, estar sola, doblegarse a alguien.
Historia: Nació en Ishtak, en el seno de una familia de mercaderes. Su padre, proveniente del desierto, cercano a Ishtak, comerciaba por mar con otros pueblos de la costa de Lassayr, mientras su madre se encargaba de cuidar de los cinco hijos que tenía la pareja, y era comadrona de aquel barrio. Sus padres eran personas oportunistas, que no podían permitirse tomar alianzas que pondrían en vilo el bienestar familiar. En resumen: el padre ayudaba a los científicos si a ellos le venía bien, y la madre estaba completamente de acuerdo con ellos. Los hermanos mayores de Circe, la benjamina de la familia, no querían molestarse en pensar más de la cuenta, o en preguntarse si de verdad lo que creían sus padres era la verdad absoluta. Circe, hasta los trece años, era como ellos; pero, cuando, como a todas sus hermanas mayores, empezaron a buscarle marido, ella se escandalizó, y se negó rotundamente. Consiguió mantenerse en sus trece hasta los catorce años, cuando sus padres, hartos, encontraron un buen partido para ella. Un hombre viejo, rico y que ni inspiraba confianza. Por lo que, unos cuantos días después de que le dieran la noticia, se escapó de su hogar. Al principio, fue muy duro, ya que no tenía experiencia en valerse por sí misma, pero, con ayuda de un grupo de personas que vivían en Yakish, pudo esconderse el tiempo suficiente como para robar suficiente dinero con el que pagarse un pasaje en una caravana hacia las tierras del norte. Entonces, recicló su antiguo nombre, pues, según ella, ya no era la niña que vivía con sus padres, sino la joven Circe. Nadie nunca se atrevió a preguntarle por qué había elegido precisamente ese nombre.
Circe viajó por las ciudades del centro del continente, aprendiendo a sobrevivir en las calles, y, de paso, se fue enterando de muchas cosas sobre los Sureños. Cosas que no le gustaron nada... y más cuando viajó a Yakish, y conoció, en una taberna, a una de las personas que había tratado con los científicos. Su cara estaba horriblemente deformada, así como su mente, y, de vez en cuando, desvariaba. Asustada, la chiquilla, con tan solo catorce años y unos meses, se propuso averiguar más. 
CUando hubo reunido toda la información que necesitaba, tomó una decisión, una que solo puede tomar alguien inocente. Decidió ir a Éile, infiltrarse como sirvienta, y matar, uno a uno, a los cabecillas sureños de allí. Lo consiguió, sí, pero, durante una cena en la que debía servir la comida, sacó uno de sus dardos venenosos, regalo de un elfo del bosque que se había encontrado en uno de sus viajes, un enorme guardia la capturó, y la metieron en prisión sin más miramientos. Circe no sabía qué hacer, y se dio cuenta de su craso error, cuando oyó ruidos de peleas fuera de su mazmorra, y, al cabo de unos segundos, una cara sonriente apareció por la mirilla.
Alistair Darke no contaría con muchos años más que Circe, pero había tenido un plan parecido al de ella... entrar en la Corte disfrazado de sirviente. Había visto a la chica sacar el dardo, y también había visto cómo se la llevaban. Con ayuda de unos pocos amigos suyos, se las había apañado para descubrir su celda en medio de aquel laberinto, y, sin mucho esfuerzo, habían aplacado al guardia de seguridad.
Una vez fuera, en los bosques circundantes, Alistair la habló de los rebeldes, de sus planes, de sus métodos. Ella escuchó fascinada, y no hizo falta mucha persuasión para convencerla de que se uniera a ellos. Una espía les podría venir muy bien, y ella no llamaba la atención en el sur. Así pues, la enviaron a espiar los movimientos de los Científicos, o al menos aquellos que pudiese captar. Pasó varios meses en Yakish, enviando informes cada poco tiempo, hasta que, poco tiempo antes de cumplir dieciseis años, Alistair la llamó a Kiadh. Le contó que ya no era necesaria en Yakish, pero que tenía otra idea mucho mejor para ella...
Así que ahora está en la Academia, a regañadientes, tratando de ayudar a Daniel Darke con la vigilancia de los sureños en la Academia, e intentando reclutar a más gente para su causa.


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